Bueno esto lo tenía escrito desde hace unas semanitas XD... Ya es casi hasta lo que tengo escrito, así que estaré un buen tiempo actualizando pooco a pooco... Espero que las pocas personas que lean esto (que yo sepa una, gracias Javi ;_;) les guste.. Esta parte es jugosa jujuju (?).
De la entrada enterior:
Dietrich suspiró quedándose en aquel cuarto, pensativo y
preocupado por el joven, dejarle solo en esa casa con su hermanastro y su
padrastro le daba miedo, sin embargo no podía desobedecer las órdenes de su
jefe. Dejó una nota dirigida solamente a una persona de la casa, para
asegurarse de que alguien desde dentro cuidara de él, después salió de la
mansión, cogió su caballo y se fue hacia un lugar especialmente oscuro y
apartado con abundante vegetación, entre uno de los árboles salió un hombre
joven pocos años más que Dietrich, pelo negro corto, y con un flequillo corto
haciéndose largo hacia el lado derecho de la cara, sus ojos eran grises como el
acero de la misma altura que el elfo.
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-Llegas tarde, exijo explicaciones de por qué me has
desobedecido en todo, primero decides aceptar y quieres marchar, cuando te dije
explícitamente que no aceptaras encargos y tienes la osadía de llegar tarde –dijo bastante enfadado- debería saber lo desafortunado que es enfadarme….
-Quien me encargó la misión fue tu hermano, obligado estoy a
obedecer sus órdenes, hay una persona en la casa que cuidará de Evelyn, creo
que toma demasiadas medidas…
-NO SE ATREVA A CUESTIONARME, tratándose de Evelyn nunca son
demasiadas medidas, quiero y te ordeno que cuides y vigiles de Evelyn, y ahora
responde por qué has llegado tarde, contesta –sus ojos expresaban toda su ira y
el rubio lo entendió.
-Hablando de asuntos privados con Evelyn –la mirada fue
fulminante, una mirada semejante a la de Evelyn, y se trataba de un vampiro de
notable influencia, hermano de su jefe Bencastle- qué relación mantiene usted
con Evelyn, cuando su hermano vio a Evelyn en su rostro se notaba ternura pero
no tanta para ser capaz de dejarle solo, sin embargo usted… Se toma mucho
tiempo para protegerlo y si no recuerdo mal le describen como tan duro como el acero,
reflejado en sus ojos y frío como el hielo en su trato con el mundo, ¿por qué
se iba a tomar tantas medidas por un simple medio vampiro? Y si me permite, su
mirada de odio y enfado, es idéntica a de Evelyn, ese pequeño…
-CÁLLATE, no tiene ni idea de lo que habla y menos en qué
asuntos se está metiendo.
-¡Evelyn quiere saber quién es su padre! No tenga el descaro
de exigir máxima protección cuando todos le abandonaron, dejándolo a su suerte,
sé en qué asunto estoy metido, en un joven al que le han destrozado –respondió
indignado y con un tono de voz bastante elevado.
-Es mejor que no sepa quién es su padre, ¿acaso piensa que a
su padre le gustaría esa situación? Lo único que podemos hacer, es cuidar de él
el tiempo que no hemos podido…
-¿No será mi señor, el padre de Evelyn? –el vampiro se
sorprendió y sin responder desapareció de repente- cobarde… -dijo para sí
mientras miraba alrededor, después cogió el caballo y regresó.
Regresó pronto por la mañana sin ser descubierto, sin embargo a los
pocos minutos ya le llamaban con gran alboroto y todas las criadas corriendo
hacia todos lados de la mansión.
-Por favor señor, venga conmigo el señorito está muy
alterado, quizá usted consiga tranquilizarlo –solo pudo asentir mientras se
dejaba conducir hasta la habitación de Evelyn, dieron unos pocos toques a la
puerta mientras esperaban el consentimiento de pasar.
En la habitación se encontraba el más joven ya con la falda
puesta y el corsé en el suelo y muy nervioso, todo estaba producido por una
visita inesperada de un joven noble en busca de una dama bien hermosa
acompañada de Dietrich, eso dio lugar a incontables rumores. Esa situación
hacía entrar a Evelyn en estado de pánico, ¿realmente se lo creerían? Si se
descubría la verdad sería el fin de toda la familia, eso le daba miedo, sin
embargo las manos cálidas y firmes de Dietrich le tranquilizaban al coger las
suyas. Evelyn respiró hondo pero pronto siguió dando vueltas por la habitación.
-¡Qué despropósito! Ir repentinamente a casa ajena para ver
a “una linda muchacha” baboso impertinente, ¿qué se creen esos ricachones de la
nobleza? ¿Qué con sus oros pueden camelar a las damas? Vile la cara y os puedo
asegurar que solo faltarle el cubo para recoger sus babas –las criadas y su
prometido quedaron petrificados en la habitación, estaba hablando igual que una
mujer.
-No se preocupe, ahora mismo habla usted igual que una dama
–decía Dietrich mientras se reía, finalmente el menor accedió a que le
colocasen el corsé y el mayor salió de la habitación.